15 de diciembre de 2015

Cuba: La Habana


Disfrutando del paseo en taxi al atardecer hacia el faro

Cubanas hermosas



Y finalmente tuve la oportunidad de visitar Cuba, justo antes de que cambie, o antes de que pongan McDonald’s, como andan diciendo ahora a raíz de la nueva política de los Estados Unidos.

Además del deseo de viajar y de sumarle un país nuevo a nuestros periplos, el pretexto inicial del viaje era que Sergio asistiría a un curso de cinematografía digital en San Antonio de los Baños donde existe una muy afamada escuela de cine, que entre otros fundó García Márquez. Diego su amigo entrañable también haría el curso, así que el plan era irnos de viaje por Cuba la admirada, la soñada, la tan mentada, un par de semanas antes de que comenzara el curso.

Gracias a la buena fortuna coincidió que la tía de Diego, que vive en la Habana iba a venir justo por esos días a Bogotá, así que plan sin ser planeado funcionó a la perfección y Emilita nos prestó su cómodo apartamento del barrio Miramar, algo alejado de la zona centro.

 Una de las primeras y más importantes decisiones que tuvimos que tomar fue la de cuáles lugares queríamos visitar y sí queríamos andar en principio juntos todo el tiempo.  Se convino que sí y entre todos acordamos que dedicaríamos al menos la mitad de nuestros días en Cuba a conocer la Habana, lo que finalmente resultó ser unos ocho días.

Acá está algo de nuestra visita a esta ciudad que por esos días se preparaba para la visita del Papa Francisco, hecho que por supuesto marco bastante nuestro encuentro con la isla. Fue muy curioso llegar a conocer la inmensa Plaza de la Revolución y encontrarla llena de cruces, de mensajes religiosos, y de calurosas bienvenidas al monarca máximo de la iglesia católica, quien estaba retratado enorme y muy sonriente frente a la Biblioteca Nacional José Martí. Fue imposible conseguir una foto en simultanea del dibujo en línea del Che junto con el de Camilo Cienfuegos sin que alguno de estos símbolos se atravesara.
 
Algo se siente cuando se llega a Cuba y es la diferencia tan marcada entre el local y el extranjero que visita, aquí hay un énfasis grande en recalcar siempre esa diferencia, en mantenerlo a uno al margen, en no quererlo integrar tan fácil, sobretodo en lo que se refiere al dinero y a los precios. Resulta que se en Cuba se manejan dos tipos diferentes de moneda, una que se llama Peso Nacional, la que sobre todo usan los cubanos y otra que se conoce como pesos convertibles o CUC, que es equiparable, casi uno a uno con un dólar y/o a un euro y es la que se usa en la mayoría de artículos y servicios para los turistas. Para la época de nuestra visita un CUC era equivalente a 24 Pesos Nacionales. Al llegar cambié en el aeropuerto 300 euros y el cajero que me atendió en la ventanilla de CADECA la casa de cambio, me dijo que con eso podría vivir 6 meses en Cuba, cosa que nunca llegué a saber como, tal vez él podría vivir 6 meses, yo como extranjera no logré ni un par de semanas.

Arrancamos nuestra experiencia habanera en el Hotel Nacional donde recomiendan tomarse un mojito al aire libre entre los jardines desde donde se tiene una bella vista del atardecer. La Habana es un deleite fotográfico, para donde se mire. Capas y capas se amontonan entre casas, edificios, cuentos e historias. Sonidos, colores, hombres y mujeres, grandes, fuertes, guapos, bizcochos, mulatos, negros y blancos hacen parte de la escena perfecta. La arquitectura también es protagónica y se presenta como un armónico mosaico donde se puede uno encontrar en unas pocas cuadras con varios edificios importantes de estilos y escuelas diversos como por ejemplo, colonial, barroco, art decó y neoclásico. Recorrimos la Habana Viaja al derecho y al revés sobre todo entre sus cuatro principales plazas. La de Armas, la de la Catedral, La Vieja y la de San Francisco de Asís, todas encantadoras y súper fotogénicas.

El gran imperdible de los planes para hacerse en la Habana es el paseo por todo el malecón, obviamente caminando, donde se podrá hacer un somero estudio de la etnografía cubana. Dependiendo de la época revientan con fuerza las olas refrescando a los peatones que por allí van pasando, cosa que a mi no me tocó, el marecito esta retranquilo. Pero cuentan que cuando el Katrina por ejemplo, las olas iban por encima del faro y el mar se metió varias cuadras adentro de la Habana

La visita al Museo de la Revolución es también obligatoria. Aunque, ojo, no espere tecnología de punta en términos de creatividad museológica. Más bien la idea allí es dejar que las cosas hablen por si solas, sin maquillajes ni montajes, sino tal cual se sucedieron. Entonces se pueden apreciar la sangre que manchó los uniformes de los participes de la revolución y las paredes del edificio mismo que están llenas de balazos y salpicaduras de sangre.

Los automóviles clásicos son ya una de las imágenes más insignes de la Habana, circulan hoy en día en perfecto estado, la mayoría a manera de taxis, carros antiguos en su mayoría en perfecto estado, fieles a sus líneas en su aspecto exterior, pintados con vivos y brillantes colores pero por dentro se tuvieron que convertir, son en su mayoría carros de grandes marcas gringas, Dodge, Ford, en sus entrañas son Fiat, Skoda, Toyota y otros. De caparazón capitalista y alma de izquierda.


En cuanto a los paladares, que originalmente son casas familiares donde empiezan a ofrecer almuerzos y comidas, pero que hoy en día, también ya son consolidados restaurantes, encontramos dos maravillosas joyas que capturaron especialmente mi atención, uno en Miramar, que curiosamente fue el primero que vi cuando hice mi primer acercamiento a la ciudad a través de Google Maps, resultó ser como a menos de tres cuadras de la casa de Emilita, se lama “La Carboncita” es una casa espléndida, convertida en un restaurante italiano muy bonito, sencillo y elegante donde comimos las mejores pastas y pizzas, fabricadas allí mismo siempre acompañadas de frescas ensaladas con óptimos ingredientes. El segundo fue en el Vedado, creo, en un edificio alto, desde donde se tenía una gran vista de la Habana, en el piso 11, allí vivían y atendían una pareja de hombres maravillosos cocineros y anfitriones, a donde llegamos porque Linnett, una amiga actriz cubana. nos llevó muy recomendados. Nos deleitamos con los puros clásicos cubanos de sabor insuperable y en cantidades alarmantes. La mejor ropa vieja acompañada de arroz congrí, que viene a ser como lo mismo que moros y cristianos como también se le conoce. Deliciosas tajaditas de plátano maduro. Fresca y abundante ensalada, todo acompañado de varios refrescantes mojitos que tomamos como guapuchas.


Como teníamos casa, tuvimos la oportunidad de preparar nuestros desayunos y algunas de nuestras cenas, así que tuvimos que ir a mercar cosa que nos sirvió aun más para comprender la escena cubana. Cuando se nos acabaron los huevos, pensamos que comprarlos era tan sencillo como ir a la tienda de enfrente. Pues resulta que hasta que yo me vine no habíamos conseguido los dichosos huevos en ninguna parte. Pan tampoco había, finalmente logramos encontrar una panadería que olía maravilloso pero que estaba como bien despoblada en la Habana Vieja. Pero no pudimos comprar el pan porque no teníamos una bolsa y ellos tampoco. Vivíamos a pocas cuadras de un supermercado que tenía la mitad de los estantes vacíos y donde no se conseguía ni un ápice de lo que uno está acostumbrado a ver en la abundancia colombiana. Una cosa maravillosa que teníamos cerca era una venta de jugos donde tenían de los más deliciosos sabores y los entregaban en envases de gaseosas reciclados que uno mismo debía llevar para que le vendiesen.

Aunque si se percibe pobreza, todos los niños que encontré eran muy cuidados y protegidos por alguien, estaban bien alimentados e iban a estudiar. Andaban con sus clásicos uniformes, que usan todos los colegios del país, donde el color cambia según el grado al que asisten.



En cuanto a tecnología de telecomunicaciones al alcance de todos, el viaje a Cuba es un viaje al pasado, ya que para bien y para mal, está como unos 15 años atrás con respecto al promedio mundial del resto de países. Internet es un desastre. Venden unas tarjetas con la cuales en teoría uno se puede conectar donde encuentre puntos WIFI. Pues resulta que si la venden pero se acaban rapidísimo, luego toca comprarlas en hoteles donde las venden a mayor precio o al mismo pero con la condición de consumir algo. Cuando finalmente logré comprar la bendita tarjeta y me senté feliz en una mesita, con el jugo que me habían obligado a comprar, a navegar.  Abro mi computador y mi computador no vi ninguna red, me quejo con el mesero que me vendió la tarjeta y dice que me tengo que hacer cerca de las ventanas para alcanzar a coger la red que está al otro lado de la plaza. Me voy a la ventana y veo una red pero con una muy débil señal. Veo que en la plaza hay gente conectada, pero no puedo salir ahora pues tengo mi jugo. No logro conectarme a la red, varios intentos, lo logro finalmente, está lentísima, se desconecta casi inmediatamente, voy nuevamente a donde el mesero y le cuanto, me dice que intente de nuevo y que sino mire la imagen impresa en la tarjeta, que para eso es. Como no logro conectarme voy a mi último recurso que es mirarla. Me encuentro la imagen de una mujer en posición de flor de loto, haciendo ejercicios de yoga y meditación. Miro furiosa al mesero que me dice sonriente –Ommmmmm.

Una buena sorpresa fue el encuentro de La Fabrica del Arte, un increíble y grande lugar que anteriormente era una fábrica con chimenea grande de carbón y ahora estaba convertido en un encuentro de las artes. Este gran galpón de dos pisos estaba dividido en varios espacios que cada uno contenía una propuesta artística bien fuera, teatral, musical, pintura o diseño de objetos. Todo mostrado con un montaje impecable y original. Allí también llegamos gracias a Linnett quién se presentaba en una obra de teatro que se llama Vaginas y que no llegamos a ver.  El sitio tenía muchos ambientes y vendían trago y comida. Eso fue un domingo en la noche donde a esa hora en una ciudad como por ejemplo Bogotá no sucede mucho.

Además de la Habana también visitaríamos Trinidad y el Valle de los Viñales pero de eso ya hablaremos más adelante.

La clásica Habana fotogénica y colorida

Músico buenísimos por todas partes

Calles que parecen de película

Si pintan la Habana


Los sempiternos

Miradita

Personajes de balcón

The rolling por el malecón

Atardecer sobre la bahía

Siga mister

Doble vía

Para ver todas las fotos sigan estos enlaces:

• Habana 1
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157660971758489

• Habana 2
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157661687045005

• Habana 3
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157659345856173

• Habana 4
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157661518357822

• Habana 5
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157659362876963

• Habana 6
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157661521248372


Plaza de San Francisco de Asís

19 de noviembre de 2015

Colombia 2015: Río Guatapurí, Valledupar, Cesar

En el río Guatapurí encontramos el balneario natural del Pozo Hurtado donde los domingos y los días de fiesta especialmente, la gente de Valledupar va a pasar el día, a cocinar, a parchar.

Es el propio plan familar de río, en plena ciudad, imperdible para conocer la idiosincrasia valduparense.





Se pueden ver todas las fotos en este enlace
https://www.flickr.com/photos/mavilita/sets/72157660637208639



Ubicación del Balneario Hurtado