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Panorámica de Isimila Stone Age Site
A unos 15 kilómetros
al sur de Iringa se encuentra Isimila, uno de los más
importantes sitios con hallazgos de la edad de piedra. Con
herramientas que fueron usadas hace unos 100.000 años.
Decidimos como casi siempre
ahorrar plata y además conocer más, interactuar más, así que nos
fuimos en un dala-dala que tomamos en
plena estación de buses, tratándole de decir al chofer que por
favor nos avisara cuando tocara bajarnos para llegar a Isimila.
El
dala-dala
como siempre repleto de
gente y por
acá ya Tanzania adentro, son pocos los que dominan el inglés.
Éramos los únicos muzungus
y se veía que medio les parecíamos raros y reían
con nosotros, parecía que les caíamos bien. Antes
de alcanzar el lugar donde debíamos
bajarnos ya todo el bus estaba avisándonos que nos tocaba ya nuestra
parada.
Nos dejaron en la mitad de la nada, con un sol inmenso sobre
nosotros, con unas
señas entre en inglés y en suajili, que tratamos de seguir al pie de la
letra, nos metimos ladera
adentro por entre un caminito de arena bien
roja. Empezaron a aparecer
una que otra casita construida con esta arena roja y tímidamente se
asomaron sus habitantes que eran sobre todo señoras haciendo oficio
y niños que no dejaban
hacer.
Después
de un kilometro y medio más o menos de caminada alcanzamos el sitio
arqueológico. Había dos guías
muy amables pero aparentemente sorprendidos por la visita, como si no fuera nadie. Este sitio a pesar
de su importancia no es un punto turístico prominente. Para nuestra
sorpresa notamos
que el Lonely Planet,
que generalmente es bastante preciso y que para mí durante el viaje
es palabra divina,
estaba muy pifiado en el precio de la entrada, ya que el que aparecía anotado
en la última versión era de 5.000 Chelines Tanzanianos (TZS) y el precio
que tuvimos que pagar realmente era de 25.000 cada
uno. El descache
era tan grande que creímos que nos estaban tumbando hasta que nos
mostraron un papel con una
ley que justificaba el
desmedido aumento.
La visita arrancó por el pequeño museo donde nos explicaron como se formó el sitio y cual es la historia geológica y arqueológica de la zona. El guía se demoró como media hora detallada minuto a minuto en el primer cartel y de ahí en adelante fue acortando y tiempo le hizo más rapidito.
La visita arrancó por el pequeño museo donde nos explicaron como se formó el sitio y cual es la historia geológica y arqueológica de la zona. El guía se demoró como media hora detallada minuto a minuto en el primer cartel y de ahí en adelante fue acortando y tiempo le hizo más rapidito.
Una vez terminamos
de recorrer el museo arrancamos la parte más
chévere que fue
caminar por el cañon, un paisaje
increíble con tintes surrealistas,
una garganta inmensa llena de altos pilares de piedra
que el viento a ido forjando a su antojo. Parece un bosque de
brócolis gigantes petrificados. Vimos lagartijas de colores tan
vivos que paracían de puro
plástico de jueguete
fino. Y como nos dijo Torta -"Lagartos vestidos con así entran a cualquier parte.
El
guía, aunque se veía de buen tamaño y corpulento
me pareció
que tenía mucha hambre y estaba desganado, aunque tenía muy buena
voluntad y le ponía gran interés a la vaina, parecía
fatigado. Una vez fuimos
sacando el comiso que llevábamos, le ofrecimos y comió y se abasteció y comió y se abasteció ávidamente mejorando al 100% su desempeño.
Me dio
tristeza aunque también luego
pensé que podría
ser un simple guayabo, no se... Me
alegré que le hubiésemos, en todo caso, alivianado
su problema aunque
fuera temporalmente.
Al
lado del sitio arqueológico hay una pequeña familia mixta
conformada dos
bellos niños con papá
de Tanzania
y madre alemana. Ellos les venden bebidas a los poquísimos turistas
que salen de Isimila. Allí
conocimos a Mathew nuestra primera aproximación al mundo
Masaai, trabajaba de guardia de seguridad, como lo hacen muchos
otros Masaai, pero lo que realmente quería ser era guía turístico.
Mavila, Sergio, Anothony y Mathew
El regreso fue fácil y divertido. Primero
duramos, como cosa rara, un buen rato, hasta que nos dimos
cuenta de que estábamos en el costado equivocado de la carretera,
que
sí el bus pasaba, pasaría por el otro lado. En
Tanzania se maneja por la izquierda y por más de que lo sepas y lo
concientices
la
costumbre te traiciona una
y otra vez. Una
vez estuvimos en el lado correcto decidimos que echaríamos dedo. En
esas pasó una
enorme tractomula, ENORME
y Sergio le puso la mano. Y oh!
Que agradable sorpresa la tractomula paró. Paro
bien adelantico ya que como buen
carro pesado se demoró en
frenar completamente. Se
bajaron como 5
macancanes señores camioneros para darnos paso a nosotros. No encaramamos
felices en el gigantesco vehículo, en
el puesto de atrás, en la camita donde duermen. Nos dimos
cuenta de que íbamos de ilegales o de que les podían poner problema
porque, policía que veíamos, trapito que nos echaban encima para
ocultarnos.
En todo caso nos hicieron un favor muy grande y con tumbado de aventura...
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