22 de octubre de 2013

Iringa

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Tanzania. Nos la atravesamos de sur a norte por el este y también hacia el puro centro, palmo a palmo, por carreteras, en sus enflechados buses que a toda velocidad van transportando, efectivamente y bien llenitos, sus gentes. 

Llegamos desde el norte de Malawi y entramos a Tanzania donde finalmente una vez pasado el royo llegamos a descansar al primer pueblo propiamente dicho después de la frontera llamado Mbeya. Es un pueblo de carretera, sin ningún atractivo y sí con mucho agite de buses y parada de trenes, así que solo estuvimos una noche para descansar, donde la única novedad fue que salimos antes del amanecer caminando rapidito y muy a oscuras hacia el terminal de buses, con nuestros morrales al hombro cuando a Sergio se le enredaron las patas y se fue de jeta contra el planeta y nos dejó rotos sus veintiúnicos bluejeans, un tobillo hinchado que molestó un par de días y al menos una historia  que contar en este pueblo antes de seguir al ya más célebre Iringa.



Iringa es una ciudad de unos 130.000 habitantes que se caracteriza por ser sede de muchas universidades. Es una ciudad culta, educada y mucho más limpia que cualquiera de sus pares africanas. Estuvimos en un hostal muy bueno  
Neema Crafts Workshop & Lodgey el más silencioso del mundo, no solo porque se encuentra en una zona muy tranquila del pueblo sino además porque todos los que allí trabajan son sordo-mudos y algunos con otras discapacidades. Una casa grande con aire de convento pero una obra increíble que pretende involucrar y darle aceptación a todas estas personas que han sido rechazadas en otros lugares y muchas veces discriminadas en sus propios hogares.


Acá trabajan todos felices, en silencio y productivamente y aunque no deja de ser algo extraño para uno como huésped se lo han arreglado muy bien. Por ejemplo para ordenar la comida a la carta en el restaurante encuentras en cada mesa hojas de papel y lapices de colores, que no son para que los niños hagan mamarrachos mientras sus padres almuerzan, sino que en ellas debes marcar lo que te vas a comer, en pequeños circulitos para rellenar y chulear, cual examen del Icfes, especificando todas las opciones. También al final del menú y en un libro en cada habitación encuentras una guía con los signos básicos del lenguaje sordo-mudo. 

Da mucha alegría ver a toda esta gente funcionando y trabajando. Tienen un taller donde hacen muchas artesanías, con papel, con popó de elefante, carpinteria, maquinas de coser, torno, muchos. Cientos de aparatos todos usados a su máximo provecho. El ambiente de convento se enfatiza por uno que otro primer mundista superdotado que esta entregando su vida a la valiosa causa del voluntariado, que además de los 2 o 3 idiomas europeos que habla, maneja suajili y un dialecto de la zona y que se viste de camisa blanca de manga larga divinamente planchada y pantalones o falda en tonos grises. La fundadora de Neema Crafts Workshop & Lodge es por ejemplo una formal y talentosa, tanto como inglesa y generosa que le ha cambiado la vida a cientos de personas.


Iringa es un pueblo grande pero relajado, todas sus calles están llenas de bellos árboles florecidos en violeta, Jacarandás, y aunque encuentras todas las facilidades siempre te sigues sintiendo como en finca. Bueno en realidad en todo el sureste africano nos hemos sentido como en finca, en una grandísima finca. Al rededor de Iringa también hay varios sitios de interés arqueológico ya los veremos próximamente en fotos y hablaremos de la visita a nuestros antepasados, por aquí al ladito de donde se originó la humanidad.



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