24 de octubre de 2013

Isimila, sitio arqueológico de la edad de piedra.

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Panorámica de Isimila Stone Age Site

A unos 15 kilómetros al sur de Iringa se encuentra Isimila, uno de los más importantes sitios con hallazgos de la edad de piedra. Con herramientas que fueron usadas hace unos 100.000 años.

Decidimos como casi siempre ahorrar plata y además conocer más, interactuar más, así que nos fuimos en un dala-dala que tomamos en plena estación de buses, tratándole de decir al chofer que por favor nos avisara cuando tocara bajarnos para llegar a Isimila.

El dala-dala como siempre repleto de gente y por acá ya Tanzania adentro, son pocos los que dominan el inglés. Éramos los únicos muzungus y se veía que medio les parecíamos raros y reían con nosotros, parecía que les caíamos bien. Antes de alcanzar el lugar donde debíamos bajarnos ya todo el bus estaba avisándonos que nos tocaba ya nuestra parada. Nos dejaron en la mitad de la nada, con un sol inmenso sobre nosotros, con unas señas entre en inglés y en suajili, que tratamos de seguir al pie de la letra, nos metimos ladera adentro por entre un caminito de arena bien roja. Empezaron a aparecer una que otra casita construida con esta arena roja y tímidamente se asomaron sus habitantes que eran sobre todo señoras haciendo oficio y niños que no dejaban hacer.

Después de un kilometro y medio más o menos de caminada alcanzamos el sitio arqueológico. Había dos guías muy amables pero aparentemente sorprendidos por la visita, como si no fuera nadie. Este sitio a pesar de su importancia no es un punto turístico prominente. Para nuestra sorpresa notamos que el Lonely Planet, que generalmente es bastante preciso y que para mí durante el viaje es palabra divina, estaba muy pifiado en el precio de la entrada, ya que el que aparecía anotado en la última versión era de 5.000 Chelines Tanzanianos (TZS) y el precio que tuvimos que pagar realmente era de 25.000 cada uno. El descache era tan grande que creímos que nos estaban tumbando hasta que nos mostraron un papel con una ley que justificaba el desmedido aumento. 

La visita arrancó por el pequeño museo donde nos explicaron como se formó el sitio y cual es la historia geológica y arqueológica de la zona. El guía se demoró como media hora detallada minuto a minuto en el primer cartel y de ahí en adelante fue acortando y tiempo le hizo más rapidito.


Una vez terminamos de recorrer el museo arrancamos la parte más chévere que fue caminar por el cañon, un paisaje increíble con tintes surrealistas, una garganta inmensa llena de altos pilares de piedra que el viento a ido forjando a su antojo. Parece un bosque de brócolis gigantes petrificados. Vimos lagartijas de colores tan vivos que paracían de puro plástico de jueguete fino. Y como nos dijo Torta -"Lagartos vestidos con así entran a cualquier parte.


El guía, aunque se veía de buen tamaño y corpulento me parec que tenía mucha hambre y estaba desganado, aunque tenía muy buena voluntad y le ponía gran interés a la vaina, parecía fatigado. Una vez fuimos sacando el comiso que llevábamos, le ofrecimos y comió y se abasteció y comió y se abasteció ávidamente mejorando al 100% su desempeño. Me dio tristeza aunque también luego pensé que podría ser un simple guayabo, no se... Me alegré que le hubiésemos, en todo caso, alivianado su problema aunque fuera temporalmente.

Al lado del sitio arqueológico hay una pequeña familia mixta conformada dos bellos niños con papá de Tanzania y madre alemana. Ellos les venden bebidas a los poquísimos turistas que salen de Isimila. Allí conocimos a Mathew nuestra primera aproximación al mundo Masaai, trabajaba de guardia de seguridad, como lo hacen muchos otros Masaai, pero lo que realmente quería ser era guía turístico.

Mavila, Sergio, Anothony y Mathew


El regreso fue fácil y divertido. Primero duramos, como cosa rara, un buen rato, hasta que nos dimos cuenta de que estábamos en el costado equivocado de la carretera, que sí el bus pasaba, pasaría por el otro lado. En Tanzania se maneja por la izquierda y por más de que lo sepas y lo concientices la costumbre te traiciona una y otra vez. Una vez estuvimos en el lado correcto decidimos que echaríamos dedo. En esas pasó una enorme tractomula, ENORME y Sergio le puso la mano. Y oh! Que agradable sorpresa la tractomula paró. Paro bien adelantico ya que como buen carro pesado se demoró en frenar completamente. Se bajaron como 5 macancanes señores camioneros para darnos paso a nosotros. No encaramamos felices en el gigantesco vehículo, en el puesto de atrás, en la camita donde duermen. Nos dimos cuenta de que íbamos de ilegales o de que les podían poner problema porque, policía que veíamos, trapito que nos echaban encima para ocultarnos. En todo caso nos hicieron un favor muy grande y con tumbado de aventura...



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